¿Cómo entender el doble rasero de la reelección presidencial en Honduras?

Hace poco un amigo periodista me preguntaba porqué hubo tanto rechazo al intento reeleccionista de Manuel Zelaya en Honduras en contraste al mismo propósito del presidente Juan Orlando Hernández el año pasado. Hay un dicho popular que dice “Lo que es bueno para el ganso, que lo sea para la gansa”. No obstante, cuando al espinoso tema de la reelección se refiere, esa máxima parece no aplicarse en Honduras ya que existe un doble rasero entre la iniciativa reeleccionista del presidente Juan Orlando Hernández en el año 2016 y el fallido intento del ex presidente Manuel Zelaya el 28 de junio de 2009.

Es importante enfatizar que—desde la perspectiva de la ciencia política—la reelección consecutiva no necesariamente es algo negativo para el funcionamiento de la democracia. De hecho, el consenso de los estudiosos de la democracia es que la reelección en el poder ejecutivo por un único periodo consecutivo se puede convertir en un fuerte incentivo para gobiernos responsables. Por otro lado, el impulso reeleccionista en América Latina está asociado al incremento de la conflictividad política, razón por la cual la mayoría de las constituciones en el hemisferio establecieron límites a los periodos presidenciales. No obstante, los intentos de desmontar esos límites aparecieron casi al mismo tiempo que las mismas prohibiciones constitucionales a la reelección. Por ejemplo, en la última década, países como Venezuela, Colombia, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, Perú, República Dominicana, han protagonizado intentos reeleccionistas de variadas formas.

La táctica de reforma más exitosa para desmontar los candados a la reelección, parece ser la reinterpretación de las constituciones, como una forma de abrir las puertas a la reelección como ha sido el caso de Perú bajo Alberto Fujimori, Venezuela bajo Hugo Chávez, Nicaragua bajo Daniel Ortega y Honduras bajo Juan Orlando Hernández. Como veremos, esa táctica a su vez requiere tener una suerte de alineación ideológica entre el mandatario de turno que busca la reelección y las fuerzas armadas. El complemento de la fórmula reeleccionista es contar con un alto índice de aprobación por el desempeño gubernamental como un requisito para que las instituciones y buena parte de los electores pongan a un lado los principios constitucionales de la “no reelección” a cambio de un gobierno de resultados.  

El caso Hondureño es verdaderamente emblemático ya que pocos años antes el país sufrió una crisis constitucional que dividió al país en torno al tema de la reelección. Al momento de escribir este artículo, los resultados de las elecciones presidenciales en Honduras aún son inciertos. El candidato opositor de izquierda, Salvador Nasralla, parece ser el ganador por encima del presidente Juan Orlando Hernández, según los resultados preliminares del Tribunal Supremo Electoral (TSE). De ser así, el voto favorable a Nasralla puede ser interpretado como un voto contra la reelección del actual presidente Hernández, quien a pasar de ser evaluado favorablemente en su gestión, ha despertado muchas incomodidades por su estilo autoritario y por sumarse a la ola reeleccionista en América Latina.

Como sabemos, en junio de 2009 Honduras vivió una crisis constitucional cuando la fuerzas armadas de ese país centroamericano—obedeciendo órdenes de la Corte Suprema de Justicia—expulsaron del poder al entonces Presidente Manuel Zelaya y lo llevaron al exilio. Días después, el Congreso decretó un estado de sitio y suspendió algunas garantías constitucionales, disparando una de las mayores crisis políticas de Centroamérica en la última década. Además de la condena internacional a lo que fue considerado un “golpe de estado”, los organismos internacionales como el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial, suspendieron por un tiempo la ayuda financiera a Honduras.

A pesar de las presiones internacionales, parece ser que la mayoría del pueblo Hondureño rechazó el intento reeleccionista de Manuel Zelaya. Incluso su mismo partido—el Partido Liberal de Honduras—se puso al frente de ese amplio rechazo, en alianza con el Partido Nacional. Las protestas sociales a favor de Zelaya se mantuvieron por varios meses y significaron un alto costo social, humano y económico para Honduras. Con el respaldo de todos los poderes del Estado, Roberto Micheletti, presidente del Congreso Nacional de Honduras asumió como Presidente del país hasta la toma de posesión de Porfirio Lobo en enero de 2010.

No obstante, con llegada al Juan Orlando Hernández se destapó el ánimo reeleccionista, que a diferencia del fallido intento de Zelaya, sí logró prosperar. ¿Cuáles son las principales diferencias entre ambos intentos? A mi juicio, se pueden señalar las siguientes:

1) A diferencia del ex presidente Zelaya, el presidente Hernández se valió de una “técnica” jurídicamente más viable para la búsqueda de la reelección. Mientras el ex presidente usó un proceso de “consulta” al completo margen de la ley—además con la injerencia de Venezuela—el presidente Hernández recurrió a una fórmula similar a la antes usada por Daniel Ortega en Nicaragua. Fue así que recurrió a la  Corte Suprema de Justicia para argumentar la inconstitucionalidad del artículo 374. La Corte, como sabemos, falló favorablemente.

2) Objetivamente hablando, el presidente Hernández contaba con una correlación de fuerzas mucho más favorable que el ex presidente Zelaya. Antes de procurar su reelección se aseguró el respaldo de los militares mientras Zelaya más bien se emproblemó con los uniformados.

3) El presidente Hernández tenía además el apoyo amplio de su partido, algo que marca otra gran diferencia con el intento del ex presidente Zelaya. Recordemos que el mismo Partido Liberal se opuso a la reelección lo que luego generó una división de ese partido.

4) Contexto político: El ex presidente Zelaya buscó la reelección en un contexto de baja aceptación popular. Por su parte, el presidente Juan Orlando Hernández esperó estar muy bien posicionado en la aceptación popular cuando lanzó su iniciativa de reelección. No sólo se aseguró de forma previa el respaldo unánime de su partido, sino que además de un buen porcentaje de la población: 57% según CID Gallup en el momento en que hizo pública su intención de re-elegirse.

No hay que olvidar que la reelección, desde que fue instituida en 1982, sigue dividiendo al pueblo Hondureño. Gran parte del apoyo a Nasralla parece venir de un impulso popular contra la reelección a pesar del apoyo a la gestión del presidente Hernández. Según Gallup, 49% de los hondureños rechaza la reelección. Finalmente, no se puede negar que hay tema ideológico de fondo: el intento reeleccionista del ex presidente Zelaya, además de burdo e inconstitucional, fue percibido como una movida política de la izquierda vinculada al proyecto “Bolivariano” de Hugo Chávez. Paradójicamente, el presidente Hernández se ha pronunciado admirador del modelo político del presidente (inconstitucional) de Nicaragua Daniel Ortega a la vez que tiene un buen respaldo de las fuerzas armadas de Honduras, confirmando el hecho de que lo que es bueno para el ganso, no siempre lo es para la gansa.


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