19 de julio: Nada qué celebrar
Desde que tengo uso de razón, recuerdo la revolución sandinista como un episodio de la historia que trajo más violencia a Nicaragua. A pesar de que mi familia nunca simpatizó con los Somoza y más bien fueron opositores a ese régimen, la Revolución en mi niñez significó guerra civil, confiscaciones, exilio, y separación de la familia. Una de las memorias más fuertes y dolorosas de mi niñez, fue mi exilio forzado. Además, recuerdo la angustia de mi madre—una pequeña comerciante—siendo permanentemente acosada por los agentes del tenebroso MICOIN; el Ministerio de Comercio Interior, al punto de llegar a expropiarle la mercadería de su negocio. Recuerdo también a mi madre como miembro de la comunidad de Catecúmenos, enojada e indignada por los constantes acosos del FSLN a la Iglesia Católica.
Con los años, hice un esfuerzo por tratar de evaluar esa Revolución de una forma objetiva. Traté de entender lo bueno que mucha gente encontró en esa Revolución y llegué a entender que para una mayoría de nicaragüenses, la Revolución fue una época de esperanzas; anhelos que fueron traicionados. Sin embargo, dejo que sean otros los que nos digan qué fue lo bueno de la revolución.
Para mí, el 19 de julio de 1979 fue el inicio de otro régimen autoritario, intolerante y sanguinario. Creo que hay de dejar de idealizar el régimen que nació con la caída de Somoza. Pasamos de una dictadura de una persona, a una dictadura de nueve comandantes. De un régimen militar familiar (la Guardia) a un ejército partidario (el EPS). Los supuestos “logros” de la revolución, palidecen en comparación con los crímenes de lesa humanidad cometidos contra 42 comunidades Misquitas; la confiscación de propiedades privadas, destrucción de la empresa privada, servicio militar obligatorio, la piñata sandinista, etc...
¡Hoy no hay nada qué celebrar.! Y si queremos construir un país que al fin sea libre de caudillos y dictadores de izquierda o de derecha, un primer paso fundamental es abandonar la adulación hacia una revolución que fue un fracaso.
¡El régimen de Ortega nació en julio de 1979!
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