Nos pueden robar muchas cosas, pero nunca nos robarán la esperanza en la libertad.
Desde Abril, hombres y mujeres de nicaragüenses hemos perdido mucho. Las pérdidas más grandes son las vidas humanas y el daño irreparable que la ausencia de nuestros muertos significa en la vida de sus hogares. Otros hemos perdido amigos, relaciones humanas, trabajos, bienes, y hasta el refugio que significaba tener un techo seguro. Pero lo que no hemos perdido es la fe, la esperanza y la fuerza en nuestra capacidad de edificar una nación con justicia y libertad.
Y aún cuando ya hemos perdido tanto, el régimen de los Ortega-Murillo también quiere robarnos aún más, a través de la intimidación de su reino de terror impuesto desde un estado policial. Nos quiere robar la capacidad de soñar en grande en una Nicaragua libre, sin tiranías y sin fanatismos. Nos quiere robar la capacidad de vivir en fraternidad, puesto que con cada gesto de tortura y de persecución, abre en la piel de nuestra nación un grieta más que costará mucho sanar.
¡Pero se equivocaron! Con cada insulto a la dignidad del pueblo de Nicaragua, más bien nos mantienen más viva la determinación y la esperanza de salir de la dictadura.
En la historia de la humanidad han caído emperadores, faraones, führers, caudillos que se creían invencibles. ¡Todos han terminado siendo ídolos con pies de barro! El régimen de los Ortega-Murillo puede creer que en este preciso suspiro de la historia, tienen el control de todo, pero no es así. La libertad de Nicaragua llegará como un arrebato que demolerá sus ínfulas de dinastía.
La justicia y la libertad de Nicaragua puede que sea un camino angosto y difícil, pero nunca la oscuridad de la noche—por larga que sea—ha podido vencer la absoluta certeza de que llegará el amanecer.
Y aún cuando ya hemos perdido tanto, el régimen de los Ortega-Murillo también quiere robarnos aún más, a través de la intimidación de su reino de terror impuesto desde un estado policial. Nos quiere robar la capacidad de soñar en grande en una Nicaragua libre, sin tiranías y sin fanatismos. Nos quiere robar la capacidad de vivir en fraternidad, puesto que con cada gesto de tortura y de persecución, abre en la piel de nuestra nación un grieta más que costará mucho sanar.
¡Pero se equivocaron! Con cada insulto a la dignidad del pueblo de Nicaragua, más bien nos mantienen más viva la determinación y la esperanza de salir de la dictadura.
En la historia de la humanidad han caído emperadores, faraones, führers, caudillos que se creían invencibles. ¡Todos han terminado siendo ídolos con pies de barro! El régimen de los Ortega-Murillo puede creer que en este preciso suspiro de la historia, tienen el control de todo, pero no es así. La libertad de Nicaragua llegará como un arrebato que demolerá sus ínfulas de dinastía.
La justicia y la libertad de Nicaragua puede que sea un camino angosto y difícil, pero nunca la oscuridad de la noche—por larga que sea—ha podido vencer la absoluta certeza de que llegará el amanecer.
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