Mi eterna gratitud a las juventudes que nos devuelven la esperanza
Estoy convencido que los estudiantes que se levantaron contra el régimen de Ortega de forma cívica y espontánea, son el más grande patrimonio ético de la nación Nicaragüense. Ese alzamiento ciudadano fue pacífico y valiente, y nació de un inmenso amor por Nicaragua. Ni partidos, ni caudillos, ni organizaciones de ningún tipo tuvieron NADA que ver en esa insurrección de la esperanza. La dictadura tembló de miedo cuando vio en la juventud al gigante que despierta. Y Daniel Ortega, en vez de saber escuchar, respondió con el sadismo propio del más vil asesino. Es así que las manos de Daniel y de Rosario hoy están manchadas de sangre.
Sólo los corazones de piedra o las almas sucias podrían continuar con sus vidas de forma normal sin reconocer el inmenso sacrificio de cada uno de nuestros muertos. ¡No vale olvidar o querer hacer un borrón y cuenta nueva! ¡Esa sangre derramada no puede ser en vano! Por eso es vital que la misma juventud que se levantó contra la tiranía y que vio como se les arrebató la vida a sus compañeros, se organice rápidamente y haga escuchar su voz.
Los jóvenes y estudiantes de esta generación no necesitan ser representados por nadie más que ellos mismos. Han demostrado que tienen la capacidad y la fuerza de hacer lo que ninguna generación anterior había logrado. ¡Nos dieron una cátedra de nacionalismo! Ahora somos nosotros, los de todas las otras generaciones, los que queremos sumarnos como pueblo unido a la tarea de forjarnos un país diferente, sin dictaduras. Díganos en qué podemos ayudarles desde los flancos de la lucha cívica estando ustedes la vanguardia.
Deben organizarse en cada universidad sin injerencias de UNEN, que son cómplices de los crímenes. Tampoco deben dejarse manipular por los políticos o empresarios que nos metieron en esta crisis. La apuesta del régimen orteguista es que la convocatoria a un diálogo los haya agarrado por sorpresa y que no tengan tiempo de construir una organización verdaderamente representativa. El gobierno también apuesta a que el diálogo que viene sea una especie de torre de Babel, en donde las organizaciones que se sienten en la mesa no se puedan poner de acuerdo entre ellas mismas y que así se diluyan las voces de la juventud. Pero se van a equivocar como se equivocaron antes cuando señalaron de apática a la juventud.
Las juventudes de Nicaragua sabrán mostrar un liderazgo sólido en sus expresiones de juventud universitaria así como en otras expresiones de juventudes del campo, del caribe, de las comunidades minoritarias, de jóvenes mujeres y de otras voces de jóvenes muy pocas veces escuchadas. Señalar que esa organización no es posible es haber sido ciego al enorme poder de movilización que las juventudes mostraron en días recientes.
Sospecho que por parte del gobierno hay una intención de dar espacios a unos pocos jóvenes para maquillar el diálogo de una supuesta representación pequeña de la juventud. No permitan eso. Estoy seguro que sabrán superar los vicios del caudillismo al consolidar liderazgos colectivos, representativos y diversos. No esperen que los actores adultos los inviten para tomar un lugar ya que ustedes tienen sus lugares ganados en ese diálogo desde el primer día que salieron a la calle, cobijados por la bandera de Nicaragua, a pesar de la lluvia de balas y de piedras que les querían sembrar el miedo.
Continúen construyendo su propio presente con sus propias manos. No pierdan la oportunidad de este momento histórico en el cual los nicaragüenses estamos más cerca que nunca de poder reescribir la historia y acabar para siempre con esta tiranía. Tienen el respaldo de todo un pueblo que hoy, más que nunca, está lleno de esperanza por nuestra juventud.
Para despedirme, quiero hacer mías las palabras de Monseñor Silvio Báez, el primer objetivo “del diálogo es la democratización” de Nicaragua, de esa Nicaragua que hoy ha colocado su esperanza en ustedes.
Sólo los corazones de piedra o las almas sucias podrían continuar con sus vidas de forma normal sin reconocer el inmenso sacrificio de cada uno de nuestros muertos. ¡No vale olvidar o querer hacer un borrón y cuenta nueva! ¡Esa sangre derramada no puede ser en vano! Por eso es vital que la misma juventud que se levantó contra la tiranía y que vio como se les arrebató la vida a sus compañeros, se organice rápidamente y haga escuchar su voz.
Los jóvenes y estudiantes de esta generación no necesitan ser representados por nadie más que ellos mismos. Han demostrado que tienen la capacidad y la fuerza de hacer lo que ninguna generación anterior había logrado. ¡Nos dieron una cátedra de nacionalismo! Ahora somos nosotros, los de todas las otras generaciones, los que queremos sumarnos como pueblo unido a la tarea de forjarnos un país diferente, sin dictaduras. Díganos en qué podemos ayudarles desde los flancos de la lucha cívica estando ustedes la vanguardia.
Deben organizarse en cada universidad sin injerencias de UNEN, que son cómplices de los crímenes. Tampoco deben dejarse manipular por los políticos o empresarios que nos metieron en esta crisis. La apuesta del régimen orteguista es que la convocatoria a un diálogo los haya agarrado por sorpresa y que no tengan tiempo de construir una organización verdaderamente representativa. El gobierno también apuesta a que el diálogo que viene sea una especie de torre de Babel, en donde las organizaciones que se sienten en la mesa no se puedan poner de acuerdo entre ellas mismas y que así se diluyan las voces de la juventud. Pero se van a equivocar como se equivocaron antes cuando señalaron de apática a la juventud.
Las juventudes de Nicaragua sabrán mostrar un liderazgo sólido en sus expresiones de juventud universitaria así como en otras expresiones de juventudes del campo, del caribe, de las comunidades minoritarias, de jóvenes mujeres y de otras voces de jóvenes muy pocas veces escuchadas. Señalar que esa organización no es posible es haber sido ciego al enorme poder de movilización que las juventudes mostraron en días recientes.
Sospecho que por parte del gobierno hay una intención de dar espacios a unos pocos jóvenes para maquillar el diálogo de una supuesta representación pequeña de la juventud. No permitan eso. Estoy seguro que sabrán superar los vicios del caudillismo al consolidar liderazgos colectivos, representativos y diversos. No esperen que los actores adultos los inviten para tomar un lugar ya que ustedes tienen sus lugares ganados en ese diálogo desde el primer día que salieron a la calle, cobijados por la bandera de Nicaragua, a pesar de la lluvia de balas y de piedras que les querían sembrar el miedo.
Continúen construyendo su propio presente con sus propias manos. No pierdan la oportunidad de este momento histórico en el cual los nicaragüenses estamos más cerca que nunca de poder reescribir la historia y acabar para siempre con esta tiranía. Tienen el respaldo de todo un pueblo que hoy, más que nunca, está lleno de esperanza por nuestra juventud.
Para despedirme, quiero hacer mías las palabras de Monseñor Silvio Báez, el primer objetivo “del diálogo es la democratización” de Nicaragua, de esa Nicaragua que hoy ha colocado su esperanza en ustedes.
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