La Jezabel de Nicaragua
Rosario Murillo, podría perfectamente figurar como la Jezabel de Nicaragua. Como la infame reina bíblica, Murillo ha utilizado su astucia, su manipulación y un aire de espiritualidad falsa para envenenar las instituciones del país y cimentar una dictadura. Si Jezabel intentó destruir la fe de Israel e instaurar el culto a Baal, Murillo ha hecho lo propio al pervertir los valores espirituales del pueblo nicaragüense con su amalgama de esoterismo y represión. Su legado, como el de Jezabel, es una mezcla de idolatría política y un profundo desprecio por la dignidad humana.
Como Jezabel, Murillo no solo ha intentado despojar al pueblo de su libertad política, sino también de su fe. Su aversión hacia la Iglesia Católica es bien conocida. Esta institución representa, para muchos nicaragüenses, el más sólido bastión de resistencia moral frente a su régimen cada vez más dictatorial, más aún después del circo electoral de noviembre de 2016.
Sin embargo, el proyecto de Murillo no es nuevo. Desde 2008, inició su ofensiva contra la fe del pueblo nicaragüense. Con su sello esotérico, aparecieron en ocho rotondas de Managua los llamados "rezadores", pequeños grupos pagados para rezar por la "paz en Nicaragua". Estos individuos, reclutados por el régimen, recibían 200 córdobas para cuidar las rotondas y proyectar una falsa imagen de devoción popular.
Además, las celebraciones de la Purísima fueron politizadas en los ministerios estatales, donde se usaron símbolos religiosos con fines propagandísticos. El intento más descarado ocurrió cuando el régimen trató de modificar el manto azul y blanco de la Virgen María, cambiándolo por los colores asociados al Frente Sandinista. La firme oposición de varios obispos evitó este ultraje, dejando claro que la espiritualidad auténtica no puede ser doblegada por el poder político. Como lo señala la carta pastoral de mayo de 2014: "No podemos ver impasiblemente que se utilicen signos y se usen lenguajes propios de la religión católica con fines políticos y hasta totalmente contrarios a los valores que en sí mismos significan."
Murillo ha intentado corromper la fe misma, mezclándola con símbolos esotéricos, brujería y una filosofía sincrética que insulta las creencias profundas de los nicaragüenses. Sus famosos "árboles de la vida", esos colosales y costosos monumentos metálicos, son una grotesca metáfora de su intromisión en lo sagrado. Pretenden erigirse como símbolos de vitalidad y progreso, pero en realidad son ídolos de control y opresión, plantados mientras las verdaderas raíces del pueblo —su fe y su cultura— son arrancadas violentamente.
Murillo se presenta como una especie de "sacerdotisa" del régimen, predicando hipócritamente paz y amor. No obstante, la policía y los acólitos de la dictadura, golpean recurrentemente a quienes participan en marchas o actividades que han promovido organizaciones como el Movimiento por Nicaragua, el Consejo por la Defensa de la Tierra, Lago y Soberanía, Nicaragua 2.0 y otras. Al igual que Jezabel, quien manipuló a su esposo Acab para perseguir a los profetas de Dios, Murillo utiliza su retórica espiritual para justificar las fechorías de la dictadura.
Hoy, Rosario Murillo es la personificación de un régimen construido sobre la mentira y la idolatría política. Su ambición desmedida y su desprecio por la vida humana la han convertido en una de las figuras más peligrosas de Nicaragua. Como Jezabel, que adornó su rostro antes de enfrentar su caída, Murillo sigue decorando Managua con símbolos vacíos mientras su régimen se tambalea bajo el peso de su propia decadencia.
En la historia reciente de Nicaragua, Rosario Murillo será recordada como la Jezabel moderna que intentó destruir no solo las instituciones democráticas, sino también el espíritu de un pueblo. Su legado no serán los "árboles de la vida", sino las cicatrices profundas de una nación que clama por democracia. Y, como Jezabel, su historia servirá como advertencia: los regímenes que manipulan la fe y la espiritualidad para controlar, eventualmente enfrentan su caída, y en esa caída, la verdad siempre triunfa.
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