Mi eterna gratitud a las juventudes que nos devuelven la esperanza
Estoy convencido que los estudiantes que se levantaron contra el régimen de Ortega de forma cívica y espontánea, son el más grande patrimonio ético de la nación Nicaragüense. Ese alzamiento ciudadano fue pacífico y valiente, y nació de un inmenso amor por Nicaragua. Ni partidos, ni caudillos, ni organizaciones de ningún tipo tuvieron NADA que ver en esa insurrección de la esperanza. La dictadura tembló de miedo cuando vio en la juventud al gigante que despierta. Y Daniel Ortega, en vez de saber escuchar, respondió con el sadismo propio del más vil asesino. Es así que las manos de Daniel y de Rosario hoy están manchadas de sangre. Sólo los corazones de piedra o las almas sucias podrían continuar con sus vidas de forma normal sin reconocer el inmenso sacrificio de cada uno de nuestros muertos. ¡No vale olvidar o querer hacer un borrón y cuenta nueva! ¡Esa sangre derramada no puede ser en vano! Por eso es vital que la misma juventud que se levantó contra la tiranía y que vio como ...